domingo, 14 de febrero de 2016

La primera carrera del viernes.



07:15 am, me paseo por la Av. Victoria en busca del primer pasajero del día, un pensamiento posible porque me saca la mano una señora de unos 65 años, que se dirigía al Clínico Universitario, parte alta (creo que el Instituto de Higiene). Ya montada en el asiento delantero, le pido que vuelva a cerrar la puerta con más firmeza, porque la edad le está pegando, obviamente le aclaro que los humanos éramos diferentes, de hecho al revés.
Encaminados hacia nuestro destino nos pasaron varios motorizados a los lados, los propios locos de carretera, desesperados, agrios, tocando corneta, y le comenté que los seres más amargados que he visto en la calle son estos señores, quienes se creen dueños de las vías, amenazan con las miradas, inclusive con las motos esperando solo a que un conductor las roce para armar una trifulca, siempre les asisten los derechos sobre quien sea, generalmente no dan paso a los peatones, y empiezan a hacer un escándalo a cien metros detrás de un vehículo si este se atreve a cruzar por el canal imaginario que ellos creen suyo por una orden celestial.
Sí señor, así es, son un peligro, vivimos en un estrés constante.
Le seguí comentando que la avenida Victoria era bien pintoresca, que siempre veía a uno o dos de esos carros negros del Sebin dando vueltas, parándose en cada sitio, creo que algunas veces poniéndole orden a las largas colas que allí se forman para comprar productos básicos o comprando productos básicos, las camioneticas por puesto que se paran donde les da la canina gana, los carros atravesándose, los peatones cruzando con un albedrío espeluznante, las ventas de repuestos de vehículos siempre atiborradas de personas que preguntan por repuestos que casi nunca tienen, la constante tensión de las personas pendientes de las colas y preguntándose ¿qué habrá al principio de la cola?, las ventas de carne con precios exorbitantes en las que también hay que hacer cola para comprar, las farmacias también, la vía que está vuelta ñoña, etc.
Sí señor, así es, vivimos en un estrés constante.
Ya estábamos a punto de llegar cuando la señora me pidió que le diera la cola a una compañera que iba al mismo lugar que ella, a lo cual accedí sin cargarle un extra, por estar el sitio a unos 50 metros del punto donde se montó.
Finalmente arribamos y mientras la amiga se bajaba, mi clienta matutina me pagó y me dijo: “Señor, noto que está un tanto estresado por lo que me permitiré darle estos folletos para que los lea y encuentre algo de paz en las palabras del señor”. Los títulos de los folletos en cuestión eran: “!Despertad! Recupere el control de su vida, julio de 2015”, “La Atalaya, anunciando el reino de jehová ¿Cómo calmar la ansiedad?, 1 de julio de 2015”.
Siempre evité a estas personas, no por aversiones particulares, simple y llanamente porque esa predicación dominguera es un tanto acosadora, aunque no debemos negar que son osados e insistentes, obviamente no deben ser satanizados por poseer tales ímpetus y virtudes, mucho menos catalogarlos de acosadores, pero en este reino del señor con sus distintas representaciones hay de todo.
Excelente metodología, mi temporal amiga matutina me aplicó una Nelson religiosa, no tenía PA donde correr, no tuve más remedio que aceptar el regalo de la señora con una sonrisa entrecortada deseándole un buen día con mis mejores bendiciones.
Cést la vie, como diría un testigo de Jehová en cualquier ciudad francesa un domingo temprano.

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