sábado, 1 de marzo de 2014

Amar o no amar, he ahí el dilema……

El amor en una sensación temporal matutina que nubla la visión pero se despeja rápidamente con varias porciones de agua fría contenidas en las manos, para lavar las lagañas que se formaron durante el sueño. 


El amor es pragmático, es conveniente, es una muleta que sirve para sostener los cuerpos inflados, mórbidos y paralizados por el peso de las decisiones que se tomaron o no se tomaron.

El amor es el alimento que controla esas decisiones individuales que se pudieron tomar pero dependieron de una continuidad que no se deseó mantener y se dejó en manos del azar, es un bozal de arepa que le da significado a la independencia como ser humano, aunque las cadenas sean nuestras vestimentas.

El amor es la necesidad para llenar los vacíos estrictamente con la palabra, es la expresión dirigida hacia un tercero mientras se baja por una corta escalera, quedando como un eco para el oyente que retumba en las paredes, pero se olvida instantáneamente por el emisor una vez que sigue su camino.

El amor es la química inicial, la cual supuestamente dura poco, por ende, aunque siga existiendo, se interpreta como un simple deseo animal producto de la evolución natural contra la que no se puede luchar, porque está impregnada en nuestras células.

El amor en cercanía tiene sentido, el contacto permanente realza su significado, pero cuando los espacios se agrandan, sale a relucir el demonio interno que recuerda la importancia de los vínculos que nada tienen que ver con el amor, los vínculos pragmáticos que no te permiten reaccionar.

El amor puede convertirse en un desorden psicológico caracterizado por una falta de autoestima, por ello los seres con pensamientos organizados en un invierno permanente manejan apropiadamente dicho sentimiento, si se le puede denominar así en sus casos, por ende, les resulta fácil amar controladamente.

El amor dura tanto como la protección otorgada por una perra en celo a sus crías hasta que puedan ser independientes, es cíclico, depende de la preñez circunstancial, combustible necesario para seguir soportando el peso de las decisiones.

El amor es como el elemento activo de un medicamento, que produce efectos puntuales en el organismo y la porción no necesaria se desecha a través de la orina-

El amor es la consecuencia, no el génesis, se nutre de las deficiencias y de las abundancias, cobija las carencias, espera pacientemente agazapado en las esquinas, mientras el tiempo pasa ante los ojos que como un radar escudriñan la realidad esperando por el momento ideal para amar.

El amor nacido fuera de las entrañas es fútil, es un malestar inconveniente, es una gripe mal curada, es una infección permanente en la base de una pieza dental, que adormece y entumece los labios, no permitiendo sentir apropiadamente la conciencia corpórea.

El amor es la estupidez plena, un acto Calimérico usualmente aborrecido por las conciencias prácticas, es un tobogán destartalado que magnifica las emociones, es un motivo más que suficiente para huir a la derecha, es la suma desordenada de todas las partes que en algún momento conformaron una estructura estable, es la perfecta definición de la entropía reinante en el universo.

¿Vale la pena amar?

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