jueves, 29 de octubre de 2020


Una vez al año, quinientos y tantos años después, otra vez.
Los indígenas están tristes, los defensores de las causas perdidas enardecidos, europeos que celebran la situación de los reinos, reyes y reinas, los descendientes de muchos delincuentes del siglo décimo quinto agradecen las nuevas oportunidades otorgadas a sus ancestros, muchos vociferan que Colón no era tan bueno como lo ha pintado la historia, algunos lloran por la desgracia del nuevo mundo gracias a la plaga que el viejo mundo llevó en sus humanidades invasoras, demasiados esperan una disculpa histórica de los pseudo reyes actuales, del papá o de quién sea, el rubio o la rubia oxigenados con la pancartas se creen más indígenas que los propios indígenas y otras cuantas manifestaciones típicas de esta fecha propicia para debatir un tema circular.
En fin se celebra el Día de la Raza, el de la resistencia indígena, se conmemora la matanza histórica, la buena o mala suerte de Colón y sus compinches, la amargura de los especuladores, la devastación de un continente, los 5 minutos de Gloria de los oportunistas digitales, la obtención de algo de tiempo adicional para los tiranosaurios modernos, etcétera.
Se celebran o conmemoran demasiadas posibilidades del mismo asunto, un día de alivio, de desahogo para una sociedad latinoamericana gobernada por un buen grupo de corruptos, dictadores y demasiados forajidos de cuello blanco, una sociedad conformada por países cuyos gobiernos son el peor ejemplo de civilidad, por ejemplo ese cuyos últimos cinco o seis presidentes están presos por daños a la Cosa Pública, algunos sumidos en la miseria, varios hundidos en montañas de drogas y asesinatos, guerrillas al mando de poblaciones y todavía vemos a los presidentes que se guían según el librito “socialistoide” pidiéndole a los reinados caducos de la actualidad que soliciten perdón por algo que debió suceder y no podía ocurrir de otra manera porque simplemente así se dio históricamente, mientras que en sus fronteras los ciudadanos siguen siendo tratados como animales por sus vecinos, pero el negocio está primero que las disculpas y el auto respeto.
Sustituir la estatua de un tipo con gorro y espada por la un indio con cara de “arrechón”, usando una lanza y fumando tabaco, es lindo, ante los ojos de los habladores de cafetín y lectores del discurso perpetuo, pero esto no cambia la realidad que debemos afrontar diariamente y mejorar para realmente independizarnos y crecer como países libres y productivos.
La colonización no ha cesado y aparte de reproducirse como una enfermedad virulenta en las bases de cada estado, sencillamente continúa, es peor a la mencionada por las lenguas que viven a cuenta del cuento de Colón y los sanguinarios conquistadores, y mientras los politiqueros de oficio perduran como bichos eternos, las demás naciones del viejo mundo y unas pocas del nuevo, siguen explotando al actualmente no tan nuevo mundo.

 

 Religiones y exculpaciones.


El hecho de no haber votado por el Chavismo no hace mejor a ciertas personas respecto a quienes si lo hicieron.

Sigo observando y leyendo comentarios de demasiados votantes exquisitamente abstemios quienes por lo visto, tanto en el país como en el extranjero, se creen mejores que cualquiera que no haya sufragado como ellos, y culpan a los demás porque no tienen los testículos o las vaginas para tumbar al gobierno, por supuesto, excluyéndose ellos de tal necesidad porque no votaron por los malos, considerándose inmaculados y quizá demasiado engrasados para que la responsabilidad se adhiera a sus humanidades.

Tan simple como que cada quien vive una fantasía exclusiva, sin entender que su participación u omisión afectan por igual al ecosistema donde se habita.

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