domingo, 14 de febrero de 2016

Pinceladas citadinas.


Día lluvioso, pisos mojados, peldaños de escalera pintados en el suelo, blancos brillantes, fijan un origen un destino, en ambas direcciones, decenas de almas los usan, los pisan, los manchan y lluvia los limpia, ojos rayados; ojos pintados, pupilas multicolores miran al pasar por delante de mí, centenares de pensamientos, me aterra no conocerlos cuando nuestras miradas se cruzan, si no entiendo enloquezco; ropas casuales, ropas formales, vestimentas reusadas, quizá de otra ocasión, algo perfumadas, es posible, vestimentas alegres, vestimentas aburridas; caras molestas, rostros demacrados, arrugas visibles, algunas sonrisas exponen al cutis maltratado, odian las fotos con acercamientos, rostros lozanos, ogros que gruñen, bellezas que emocionan, ternura a la vista, pocas me miran, aunque algunas se atreven; cabellos abundantes, cabezas con rulos, pocas rapadas, algunos cabellos parecen limpios, otros sucios y malolientes, aunque arreglados, ciertos rulos muestran desaliño, mediocridad, aunque estén limpios, limpiar la suciedad corporal no implica limpieza global; sobre amarillos fundamentos se observan cuentas decrecientes en rojo y en verde, figuras animadas con luces, son cómicas, avisos tricolores combinan las luces, a vecen son pares, a veces son simples; cientos de piernas aman sus patas, se sustentan sobre estas, miro las patas, miro los rostros, a veces prefiero las patas, los rostros suelen mentir, sobre todo maquillados, miles de dedos aguantan las cargas, dedos bonitos, dedos expuestos, garras de aves, otros ocultos, viven en cajas, forradas en cuero, cajas de plástico, cajas de goma, decenas de olores, decenas de olores se cruzan momentáneamente sobre la escalera, la tenue lluvia los diluye, se mezclan con los sudores, pocas sonrisas, todo formal, es un instante todas las personas parecieran moverse en cámara lenta, iluminadas por el día, guiadas por los peldaños, sus tiempos dependen de las cuentas decrecientes, de los colores cambiantes, de los sonidos externos, un gran monstruo con demasiadas cabezas, puedo divisar sus ojos, son grandes, penetrantes, parecieran aborrecer a los observadores detenidos a cada lado, pareciera que somos seres horribles para ellos, enajenados, peligrosos, el movimiento acompasado del gran animal adormece, siento que el respaldar de mi asiento acaricia mi cabeza, mis cabellos están algo sudados, mis ojos se cierran mientras recuerdo una tranquilidad lejana, mi cuerpo se relaja y me duermo momentáneamente, imagino lo que vi, lo que viví por 75 segundos, lo repaso en mi mente y me deleito con un pasado de hace rato, trato de detallar aún más lo que observé, otros rostros, otros ojos, otras miradas, zapatos, diseños, patas, Que sensación de seguridad tan impresionante, no la quiero terminar, pero todo lo bueno tiene un final, algunas cornetas suenan a mis espaldas, el tipo de al lado me dice mientras me da un leve golpe en mi brazo “pana despierta, ya el semáforo cambió, arranca”, era el motorizado de al lado, me había olvidado de él, inclusive el sigilo por su presencia había desaparecido, abro los ojos y veo que el rayado del cruce peatonal está vacío, el semáforo esta en verde para mí, se inició la cuenta descendente, el muñequito animado se coloreó de rojo para quienes esperaban a cada lado, parecían toros enfurecidos detrás de las barreras, los conductores también, inclusive los cinco motorizados que arrancaron a toda velocidad dejando una estela de humo intoxicante, meto primera, suelto el clutch mientras acelero y me enfilo hacia el próximo semáforo, quizá tenga suerte y lo podré sortear antes de que cambie a rojo, a veces prefiero no repetir esa experiencia.
Una experiencia fascinante, etérea, cuando soy una pincelada más en el lienzo y aunque difícil de encontrar, entiendo mi posición y mi relevancia en la distancia, sucede pocas veces, por ello se vuelve atormentante, desesperante, engulle mi tiempo y tranquilidad, algo así como cuando te van arrancando poco a poco la piel de tu cuerpo con una pinza en la unidad de quemados.
PAO.

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